En una Constelación Familiar individual, el trabajo se realiza de manera privada entre el consultante y el facilitador. En lugar de usar personas como representantes (como en la modalidad grupal), se utilizan elementos simbólicos como figuras, muñecos, anclas en el suelo, hojas, cojines u otros objetos para representar a los miembros del sistema familiar o elementos clave del tema a trabajar.

El consultante elige y coloca estos elementos en un espacio, guiado por su intuición y por las preguntas del facilitador. A partir de esa configuración, se observa la dinámica entre los elementos, se exploran emociones, vínculos, exclusiones o lealtades invisibles, y se introducen movimientos o frases sanadoras que permiten un nuevo orden.

Este tipo de trabajo permite acceder a los mismos niveles de profundidad que en las constelaciones grupales, pero con un acompañamiento más íntimo y personalizado. Es especialmente útil para quienes prefieren un entorno contenido o no desean exponerse en grupo.